El piloto británico Donald Cecil Broadbent
Walker murió tras estrellar su avión contra un monte de Peña durante la II
Guerra Mundial. Documentos inéditos reconstruyen su historia
(PAU FLURIACH; IZANIA OLLO)
El 11 de noviembre de 1943 la Segunda
Guerra Mundial llegó al remoto municipio de Peña. El pueblo, hoy abandonado, está situado a
1.069 metros de altitud al sureste de Navarra, al borde de un barranco. Por
entonces, apenas se contaban doce casas entre sus calles. Sus habitantes vivían
ajenos a la contienda en la burbuja de una España que trataba de mantenerse en
terreno neutral. Pero un inesperado suceso los sumergió en la batalla.
Aquel día se respiraba un ambiente alegre
y jovial en las calles, ya que se celebraba el día de su patrón, San Martín. La
gente de los poblados vecinos se acercaba a las fiestas, sobre la cima de una
pendiente rocosa casi intransitable cerca de Sangüesa. Algunos incluso venían a
caballo. A las 12.30 del mediodía se celebraba la misa como era costumbre y dio
comienzo la procesión por las calles de Peña.
De repente, se levantó un fuerte viento. Al
principio los vecinos no se sorprendieron, por lo desprotegido que está el
lugar de las inclemencias del tiempo. Entonces, un avión envuelto en llamas
cruzó el cielo dejando a su paso una larga estela de humo. El aparato
desapareció entre los árboles y se
estrelló en el monte. Los habitantes del pueblo fueron a todo correr hacia el avión
estrellado, modelo De Havilland Mosquito con matrícula LR478. Se
trataba de un vehículo de la Segunda Guerra Mundial hecho prácticamente de
madera. Al llegar al lugar del siniestro se encontraron varios restos de la
aeronave y del piloto esparcidos por el terreno. En ese momento nadie sabía que
la víctima era el capitán Donald Cecil Broadbent Walker.
El capitán Walker era un ciudadano inglés
de 28 años que combatió en la Royal Air Force (RAF) con el rango de Wing
Comander (jefe de ala). Pertenecía al escuadrón 544 y su número de
identificación era el 25.126. Fue alcanzado por baterías alemanas cerca
de Toulouse, mientras cumplía la arriesgada misión de fotografiar ciudades
ocupadas por los alemanes en el sur de Francia. El plan era aterrizar en las
llanuras del río Ebro, pero el aparato estaba descontrolado y tanto Walker como
su copiloto, Arthur Maurice Crow, escocés nacido en 1921, decidieron saltar en
paracaídas. Crow saltó y cayó en Sos del Rey Católico (Zaragoza), pero el
capitán Walker no tuvo tanta suerte. Al abrir su paracaídas, se quedó
enganchado en la cola del avión y falleció. Los vecinos de Peña lo enterraron
en su cementerio, en el que años después la Comisión Imperial de Sepulturas de
Guerra de la RAF le colocaría una lápida para honrar su memoria.
En el War Memorial de Malton, ciudad de
North Yorkshire (Inglaterra), de la que Walker era originario, aparece su
nombre junto al de otros soldados que murieron en combate durante la Segunda
Guerra Mundial. Su compañero, Arthur Maurice Crow, falleció el 29 de diciembre
de 1944, a la edad de 23 años, en un bombardeo que tuvo lugar cuando estaba de
misión en Berlín. Puede que fuese fruto de la casualidad, o puede que esta
historia sea la suma de ellas, pero un dato es el hecho de que el mismo día de
la muerte del capitán, los países miembros de la Commonwealth celebran el Remembrance
Day (11 de noviembre). En
él, una sencilla amapola decora las solapas de los ciudadanos con el fin de
recordar a todos los caídos en el extranjero durante los tiempos de guerra.
Lejos de tierras inglesas, en un remoto rincón de Navarra, los caídos en la guerra también reciben su particular homenaje. Aún hay quien asciende hasta el pequeño cementerio situado en la parte más alta del pueblo, para honrar la memoria del capitán el primer día de noviembre. Allí se encuentra, oculto entre los árboles, el camposanto en el que algunos apellidos navarros comparten unos pequeños metros cuadrados con el aviador inglés.
Lejos de tierras inglesas, en un remoto rincón de Navarra, los caídos en la guerra también reciben su particular homenaje. Aún hay quien asciende hasta el pequeño cementerio situado en la parte más alta del pueblo, para honrar la memoria del capitán el primer día de noviembre. Allí se encuentra, oculto entre los árboles, el camposanto en el que algunos apellidos navarros comparten unos pequeños metros cuadrados con el aviador inglés.
La lápida de Walker en el cementerio de Peña (foto propia) |
Peña, situado al este de Navarra, muy cerca de la frontera con Aragón (foto propia) |
A continuación se presentan un conjunto de documentos de la época que narran lo ocurrido aquél 11 de noviembre de 1943. Todos fueron cedidos por el investigador Mikel Navarro Ayensa.